jueves, 15 de diciembre de 2011

Domingos y fiestas de guardar

 
"He aquí una ciudad de Encantadores, construida
por Reyes de las Hadas"; El segundo le respondió:
"Señor, hemos oído de nuestro sabio allá en nuestro hogar
del Norte que este Rey no es el Rey,
sino sólo un changeling del País de las Hadas,
que sorprende a los paganos mediante hechicería
y mediante el poder de Merlín ." Habló de nuevo el primero:
"Señor, no hay tal ciudad en ninguna parte,
es todo una visión".
 Idilios del Rey (Lord Tennyson)

Uno de los recuerdos de mi infancia que tienen relación con el trabajo, me lleva a recordar una situación relacionada con el descanso en domingo y fiestas de guardar, como se decía antes. Mi Padre era delegado en Galicia de una empresa que importaba y comercializaba frutas canarias en la Península. Semanalmente se recibían varios barcos procedentes de las islas repletos de plátanos, en aquella época casi nada estaba mecanizado y todo el trabajo se hacía a hombros de los obreros portuarios. Estos cargaban paquetes, les llamaban piñas, de hasta 40 kg. tanto para ser colocados en pallets que después serían izados por grúas desde la bodegas del barco, como para después entregarlos a los distribuidores, los cuales se valían de otros obreros para subirlos a los camiones. En aquellos tiempos un trabajo duro el de los estibadores portuarios, a algunos se les vencía el hombro con el tiempo.

A veces por razones de logística, esta palabreja no se usaba, los barcos llegaban tarde por averías, inclemencias del tiempo, fiestas intermedias, retrasos, etc. y como el producto era perecedero había que trabajar en domingo o en alguna de las fiestas de guardar que abundaban en nuestro calendario, Corpus, Ascensión, Asunción, San Pedro y San Pablo (ex aequo), San Juan, Santiago, etc.  Para trabajar esos días no solo había que tener el permiso del Sindicato Vertical, sino también la autorización, mediante una bula, del Obispo correspondiente.

Esto viene al caso porque el Gobierno de la Comunidad de Madrid, presidido por la Gran Lideresa de los Tea Party Españoles, Esperanza Aguirre, ha aprobado hoy en Consejo de Gobierno la liberalización total de los horarios del comercio en Madrid diciendo que "es una seña de identidad" y que "Madrid quiere ser abierta, integradora, acogedora y dar una imagen de vanguardia" haciendo mención a New York y Tokio diciendo que estas ciudades no tienen "miedo a la libertad". Esta decisión ya fue anunciada días antes por Percival Manglano Consejero de Economía y Hacienda, no confundir con el Sir Perceval o Parsifal de las leyendas Artúricas, un consejero muy a la medida de los Tea Party madrileños.

La Señora Aguirre considera que el culmen de lo "chic" y de la libertad es abrir los comercios de Madrid las 24 horas de todos los días.  La libertad y lo moderno para esta señora no es que tengamos una Escuela Pública universal, gratuita y de calidad, que la Sanidad sea universal, gratuita y de calidad, que la justicia sea gratuita para aquel que no pueda pagársela, la libertad para esta mujer es que Madrid se convierta en una ciudad donde impere la ley del mas fuerte económicamente, algo así como el Far West tan añorado por sus queridos colegas de Estados Unidos.

De momento, los únicos que saludan la medida son las grandes superficies y el Vicepresidente de la CEOE, Arturo Fernández, ese señor que presionó todo lo posible para expulsaran del templo dorado de Sol a los mercaderes del 15M, ese señor, intimo amigo de nuestro Monarca y de la Sra. Presidenta, que habla de liberalización de la economía y de la legislación laboral y tiene la concesión de comedores escolares, hospitalarios, ministerios y consejerías e incluso participa en la privatización de la educación pública y de la sanidad. Esta medida, según el Gobierno Aguirre crearía veinte mil puestos de trabajo. ¿Pero qué trabajo?.

De entrada las grandes superficies lo tienen claro, con los futuros contratos “mini jobs” a mini salarios crearan puestos de trabajo de muy baja calidad. Donde está el problema es en el pequeño y mediano comercio. El primero obligará a sus trabajadores actuales a hacer más horas, pagadas a precio mínimo, bajo la amenaza del puesto de trabajo, no están las cosas para decirle que no al patrón. Pero es que al empresario no le dejan mas alternativas dado que compite ferozmente con las grandes empresas del comercio, y como la Marquesa consorte de Murillo ha convertido esto en una jungla, el comerciante pensará o me hago un “cabrón” o cierro el negocio.

Peor lo tiene el pequeño comercio, este tiene como mucho uno o dos trabajadores y en el peor de los casos estos son familiares. Si quieren sobrevivir tendrán que ajustarse a los horarios impuestos por los grandes, con el peligro, de no hacerlo, de ir disminuyendo las ventas hasta tener que cerrar.  Los horarios serán leoninos, sin domingos, sin fiestas y casi seguro sin vacaciones. Una buena forma de conciliar la vida familiar con la laboral.

La disculpa de que la vida que llevamos acorta el tiempo que dispones para comprar es una de las mayores mentiras de estos tiempos. Tenemos una de las mayores ofertas de compra de la historia, grandes centros comerciales que abren diez horas diarias de lunes a sábado, y un domingo al mes, y casi todo el comercio de los barrios cierra a las 20:30 si no más tarde.  Todavía no ha habido noticias de ciudadanos que aparezcan muertos de hambre o de frío por no tener tiempo de comprar alimentos o ropa.

Por lo visto para la Lideresa lo importante es cambiar los hábitos de los madrileños, ya no somos ciudadanos, solo somos consumidores o unidades de consumo, su intención es que todo el tiempo libre que tenemos lo dediquemos a pasear por esos centros comerciales anodinos comprando, comiendo basura y oyendo una música alienante y martirizadora. Hay niños que no han pisado un parque en toda su vida, eso sí, se conocen todos los pasillos de muchos de los centros donde sus padres los llevan a pasear los fines de semana.

Y retomando mi infancia, me acuerdo también que en aquellos tiempos los domingos y fiestas de guardar no había pan, y los sábados se compraba el doble, que tampoco estaba tan mal porque solo era pan de trigo. Íbamos los sábados al colegio por la mañana, y en el que estudié incluso nos obligaban a ir a misa los domingos y de uniforme.

Pero lo que nunca olvidaré son los días festivos con mis padres, cuando hacía buen tiempo íbamos a pasar el día a la Madroa o al Monte Alba o a la Playa de La Fuente o de Limens a pasar el día, no recuerdo que nos faltaran nunca esas tortillas o filetes empanados con pimientos de padrón que mi madre llevaba en esas fiambreras que al abrirlas olían a gloria.  Ir de comercios era tan excepcional, que cuando nos iban a comprar ropa era todo un acontecimiento.

Hablar de libertad para justificar tal medida es de una estupidez absoluta. Decía Santo Tomas de Aquino “Mi libertad se termina donde empieza la de los demás”. 

Camelot, 14 de noviembre de 2011

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